de jlmunuera » 09/09/2008 09:17
En cas oú ca peut interesser à quelqu'un, une de mes "talks" dans un forum espagnol, dans ce cas-ci sous le titre "Pourquoi est qu'on encrage les BD?". C'est en espagnol, bien sûr....
¿Por qué se entintan los tebeos?
Una pregunta aparentemente simplona, pero cuya respuesta exige repasar un poco la historia de este medio, comprender su naturaleza industrial y abocarnos, a lo mejor, a tomar una posición estética en un sentido u otro.
Los tebeos crecieron y se multiplicaron como panes y peces a principios del siglo XX , en una maravillosa sopa impresa: los periódicos diarios de las grandes ciudades americanas. En aquel momento, no habiendo otro medio de comunicación que ese, los diarios no solo eran el mecanismo de difusión de las ideas y las noticias, también y sobre todo eran un fabuloso negocio.
Algunos magnates de la prensa, como el W. R Hearst en el que se inspirara Wells para componer su megalómano Ciudadano americano Kane, sabedores de que las noticias sobre la guerra atraían lectores, eran capaces de empezar una por su cuenta y riesgo si era preciso, tal y como le constara a la maltrecha flota naval española que nada pudo hacer contra el poderío tecnológico yanqui en aquella guerra de Cuba con la que acabó el siglo XIX, nuestro orgullo nacional patrio (seguramente por fortuna) y nuestras ya escasas ambiciones colonialistas.
Pero, con una población de cientos de miles de inmigrantes, los propietarios de estos periódicos, enfrentados entre sí por la acumulación de lectores como hoy lo están las televisiones por el porcentaje de share de cada cual, descubrieron pronto que los dibujos divertidos con poco texto atraían poderosamente a una importante franja de lectores: polacos, alemanes, judíos, rusos o todo al mismo tiempo, atraídos al nuevo mundo bajo la promesa de un futuro brillante, pero que no hablaban un inglés más que rudimentario.
En ese contexto se desarrolla el lenguaje del cómic (y por cierto en apenas un decenio adquiere una sobrecogedora madurez). Pero se desarrolla como buenamente puede, a partir de las limitaciones impuestas por el formato en el que se publica.
Nace así la tira diaria y pronto la tira con argumento en continuidad, heredera sintética del folletín francés, cuyo objetivo no era otro que enganchar de un día para otro a los lectores igual que la cojera del doctor House es una cita semanal ineludible para tantos hoy en día.
Y una de las limitaciones substanciales, que afecta a la composición visual del medio, tenía que ver con lo que se podía reproducir, con las imágenes que podían imprimirse en un medio barato, directo, efímero y casi fungible como es la prensa diaria.
En aquel entonces no se reproducían apenas fotografías, primero porque la técnica fotográfica estaba en pañales pero sobre todo, porque resultaba carísimo. Un dibujo a línea y mancha, sin embargo, era perfectamente estampable y de forma muy económica.
Hoy, un escáner de pacotilla, cien euros en cualquier gran superficie, es capaz de reproducir cualquier imagen, una acuarela, un dibujo a lápiz o la cara aplastada contra el cristal de su propietario con una precisión que habría dejado atónito al más fino artesano impresor de principios del siglo pasado(y creedme, sabían lo que hacían: la delicadeza cromática de algunos cómics a color de entonces, conseguida merced a una limitadísima combinación de tintas es aún hoy cosa de maravilla). Pero entonces, el dibujante tenía que proporcionar un original en un nítido blanco y negro. Un original a tinta. Solo eso era reproducible. Solo eso era aceptable.
Los artistas de entonces, brillantísimos, hubieron de ingeniárselas para sacar el máximo partido de esa limitación, haciendo de la necesidad, virtud. Y así nace el entintado. Y así, gracias al talento de muchos, adquiere una entidad y una autonomía que le son específicas hasta el punto de definir visualmente al medio.
Si a esto añadimos la urgencia diaria de la realización, comprenderemos la esencial naturaleza sintética del tebeo como lenguaje visual. Si añadimos la minúscula extensión del formato, la naturaleza sintética de la narración.
Así que por eso se entintan los tebeos: porque a principios del siglo XX no se podía publicar ningún dibujo que no fuera a tinta en un diario.
Pero esa necesidad ya no existe. Casi cualquier técnica es reproducible hoy con precisión fotográfica (pues fotografías son).
Entonces (y ahora viene la pregunta interesante), ¿qué sentido tiene entintar los tebeos en este siglo XXI?
A cada uno corresponde ahora encontrar la respuesta , en relación consigo mismo, con su trabajo y con lo que pretende conseguir o transmitir con su dibujo.
Yo os adelanto la mía:
Para mí, el entintado forma parte integral del hecho gráfico. No se trata de un mero embellecimiento del trabajo a lápiz. No hay necesidad.
A mi modo de ver el entintado ES dibujo, o no es nada. Está de más. Sobra. Es estéril. Inútil.
Nunca hago un acabado a lápiz con ambición de ser definitivo: el lápiz es una herramienta que permite componer, organizar los elementos, la composición, jugar con el espacio y el acting de los personajes, explorar las opciones narrativas y asistir al verdadero dibujo. Como el armazón de una obra de carpintería, su función es la de sostener, con suficiente rotundidad pero también con la elasticidad necesaria, el trabajo que ha de venir después. Y ha de estar suficientemente construido, ser suficientemente sólido, como para permitir que ese trabajo se realice con soltura, con gracejo, como un juego. Si el lápiz es, además, lo suficientemente dúctil, si no es una prisión que amarra al dibujante, debería ser capaz de absorber incluso los accidentes, debería invitar a la experiencia, debería sugerir el dibujar, en vez de someter férreamente a la tinta convirtiéndola en mero repaso.
“Repaso”...
No entiendo un lápiz acabadísimo como paso previo al entintado, salvo en el caso de que el dibujante no sea el entintador y aún así, solo en los casos en los que a su vez el entintador no sea al mismo tiempo un buen dibujante. Un buen entintador debería interpretar un “armazón de lápiz” de la misma manera en que el dibujante es el intérprete del guión.
Como consecuencia de la sistematización del trabajo, de su atomización funcional en parcelas establecidas (guión-lápiz-tinta-color-rotulado), de resultas del sistema de producción en cadena del cómic book americano, hemos llegado a la estandarización de tebeos-zombi, muertos vivientes, en los que cada miembro del equipo intenta resoplar como una ballena agonizante, a la búsqueda de aire, sin salirse de los márgenes, escasísimos, que el mismo proceso va imponiendo.
Tenemos tebeos muy perfectos técnicamente. Pero muertos.
Tebeos de acabado finísimo, pero inconscientes, inútiles, creativamente vacíos, en los que las cosas se hacen porque “se hacen así”.
Tenemos tebeos que no saben por qué se entintan los tebeos.